miércoles, 10 de octubre de 2012

El salmo 88

Bykst, Creative Commons
Estos últimos días he estado obsesionada con el salmo 88.

No es un salmo muy popular. El salmo 88 no es de esos salmos que inspiren un t-shirt o un estado en facebook, tampoco es de esos que nos gusta memorizar o escuchar en sermones.

El salmo 88 es de esas partes de la Biblia que te dejan perplejo, de esas que tratamos de ignorar. La mayoría de los salmos de "lamento" que yo he leído te dejan unas palabras de ánimo: "espera en Dios" o algo así, pero este no tiene nada de eso.

Quiero compartir contigo lo que he podido aprender, leyendo y re-leyéndolo:

-Dios debe ser adorado porque el es Dios, no porque las cosas andan bien o no. Las circunstancias de la vida no afectan la verdad, la verdad no es relativa a la situación, la verdad permanece.

-Dios es nuestro refugio de El mismo. 

Digo esto porque el salmista dice:

Oh Jehová, Dios de mi salvación,
Día y noche clamo delante de ti. (vers. 1)

pero también dice:

Sobre mí reposa tu ira,
Y me has afligido con todas tus ondas. (vers. 7)

Esto me recuerda a que cuando la Biblia habla de ser salvos se refiere a ser salvos de la ira de Dios. A través de Jesucristo (que es Dios) somos salvos del castigo eterno ordenado por Dios. ¿No te saca un "wao" eso? Solo Dios nos puede rescatar de si mismo: recuerda a Noe y el arca, o la visita del destructor que se llevo las vidas de los primogénitos en el tiempo de Moisés.

-Donde menos lo esperas hay consuelo. Romanos 15:4 dice que las escrituras consuelan, ¿qué consuelo encontré yo? Que el camino de dolor, de preguntas sin respuesta, de soledad, de angustia, etc que hoy transite, o mañana, o en los días porvenir es un camino que ya ha sido transitado por esos otros santos que hoy forman una nube de testigos.

-Este salmo apunta hacia donde ir en los días oscuros: a la presencia de Dios.  Veo ese salmo como una invitación del mismo Señor a entregarle nuestras emociones y pensamientos. Dios no es una versión mas "grande" de nosotros mismos, contrario a nosotros el no cierra el teléfono si le gritamos nuestras quejas y desacuerdos o si comenzamos a llorar incapaces de formar una oración coherente, El puede con nosotros.

Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo».

Y mi corazón responde: «Aquí vengo, Señor».

-David (Salmo 27:8 NTV)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.