viernes, 27 de mayo de 2011

"Historia de una madre" por Hans Christian Andersen


Este es uno de mis cuentos favoritos!! y lo voy compartir con ustedes por motivo del día de la madres:

Estaba una madre sentada junto a la cuna de su hijito, muy afligida y angustiada, pues temía que el pequeño se muriera. Éste, en efecto, estaba pálido como la cera, tenía los ojitos medio cerrados y respiraba casi imperceptiblemente, de vez en cuando con una aspiración profunda, como un suspiro. La tristeza de la madre aumentaba por momentos al contemplar a la tierna criatura.
Llamaron a la puerta y entró un hombre viejo y pobre, envuelto en un holgado cobertor, que parecía una manta de caballo; son mantas que calientan, pero él estaba helado. Se estaba en lo más crudo del invierno; en la calle todo aparecía cubierto de hielo y nieve, y soplaba un viento cortante.
Como el viejo tiritaba de frío y el niño se había quedado dormido, la madre se levantó y puso a calentar cerveza en un bote, sobre la estufa, para reanimar al anciano. Éste se había sentado junto a la cuna, y mecía al niño. La madre volvió a su lado y se estuvo contemplando al pequeño, que respiraba fatigosamente y levantaba la manita.
-¿Crees que vivirá? -preguntó la madre-. ¡El buen Dios no querrá quitármelo!
El viejo, que era la Muerte en persona, hizo un gesto extraño con la cabeza; lo mismo podía ser afirmativo que negativo. La mujer bajó los ojos, y las lágrimas rodaron por sus mejillas. Tenía la cabeza pesada, llevaba tres noches sin dormir y se quedó un momento como aletargada; pero volvió en seguida en sí, temblando de frío.
-¿Qué es esto? -gritó, mirando en todas direcciones. El viejo se había marchado, y la cuna estaba vacía. ¡Se había llevado al niño! El reloj del rincón dejó oír un ruido sordo, la gran pesa de plomo cayó rechinando hasta el suelo, ¡paf!, y las agujas se detuvieron.
La desolada madre salió corriendo a la calle, en busca del hijo. En medio de la nieve había una mujer, vestida con un largo ropaje negro, que le dijo:
-La Muerte estuvo en tu casa; lo sé, pues la vi escapar con tu hijito. Volaba como el viento. ¡Jamás devuelve lo que se lleva!
-¡Dime por dónde se fue! -suplicó la madre-. ¡Enséñame el camino y la alcanzaré!
-Conozco el camino -respondió la mujer vestida de negro pero antes de decírtelo tienes que cantarme todas las canciones con que meciste a tu pequeño. Me gustan, las oí muchas veces, pues soy la Noche. He visto correr tus lágrimas mientras cantabas.
-¡Te las cantaré todas, todas! -dijo la madre-, pero no me detengas, para que pueda alcanzarla y encontrar a mi hijo.
Pero la Noche permaneció muda e inmóvil, y la madre, retorciéndose las manos, cantó y lloró; y fueron muchas las canciones, pero fueron aún más las lágrimas. Entonces dijo la Noche:
-Ve hacia la derecha, por el tenebroso bosque de abetos. En él vi desaparecer a la Muerte con el niño.
Muy adentro del bosque se bifurcaba el camino, y la mujer no sabía por dónde tomar. Se levantaba allí un zarzal, sin hojas ni flores, pues era invierno, y las ramas estaban cubiertas de nieve y hielo.
-¿No has visto pasar a la Muerte con mi hijito?
-Sí -respondió el zarzal- pero no te diré el camino que tomó si antes no me calientas apretándome contra tu pecho; me muero de frío, y mis ramas están heladas.
Y ella estrechó el zarzal contra su pecho, apretándolo para calentarlo bien; y las espinas se le clavaron en la carne, y la sangre le fluyó a grandes gotas. Pero del zarzal brotaron frescas hojas y bellas flores en la noche invernal: ¡tal era el ardor con que la acongojada madre lo había estrechado contra su corazón! Y la planta le indicó el camino que debía seguir.
Llegó a un gran lago, en el que no se veía ninguna embarcación. No estaba bastante helado para sostener su peso, ni era tampoco bastante somero para poder vadearlo; y, sin embargo, no tenía más remedio que cruzarlo si quería encontrar a su hijo. Se echó entonces al suelo, dispuesta a beberse toda el agua; pero ¡qué criatura humana sería capaz de ello! Mas la angustiada madre no perdía la esperanza de que sucediera un milagro.
-¡No, no lo conseguirás! -dijo el lago-. Mejor será que hagamos un trato. Soy aficionado a coleccionar perlas, y tus ojos son las dos perlas más puras que jamás he visto. Si estás dispuesta a desprenderte de ellos a fuerza de llanto, te conduciré al gran invernadero donde reside la Muerte, cuidando flores y árboles; cada uno de ellos es una vida humana.
-¡Ay, qué no diera yo por llegar a donde está mi hijo! -exclamó la pobre madre-, y se echó a llorar con más desconsuelo aún, y sus ojos se le desprendieron y cayeron al fondo del lago, donde quedaron convertidos en preciosísimas perlas. El lago la levantó como en un columpio y de un solo impulso la situó en la orilla opuesta. Se levantaba allí un gran edificio, cuya fachada tenía más de una milla de largo. No podía distinguirse bien si era una montaña con sus bosques y cuevas, o si era obra de albañilería; y menos lo podía averiguar la pobre madre, que había perdido los ojos a fuerza de llorar.
-¿Dónde encontraré a la Muerte, que se marchó con mi hijito? -preguntó.
-No ha llegado todavía -dijo la vieja sepulturera que cuida del gran invernadero de la Muerte-. ¿Quién te ha ayudado a encontrar este lugar?
-El buen Dios me ha ayudado -dijo la madre-. Es misericordioso, y tú lo serás también. ¿Dónde puedo encontrar a mi hijo?
-Lo ignoro -replicó la mujer-, y veo que eres ciega. Esta noche se han marchitado muchos árboles y flores; no tardará en venir la Muerte a trasplantarlos. Ya sabrás que cada persona tiene su propio árbol de la vida o su flor, según su naturaleza. Parecen plantas corrientes, pero en ellas palpita un corazón; el corazón de un niño puede también latir. Atiende, tal vez reconozcas el latido de tu hijo, pero, ¿qué me darás si te digo lo que debes hacer todavía?
-Nada me queda para darte -dijo la afligida madre pero iré por ti hasta el fin del mundo.
-Nada hay allí que me interese -respondió la mujer pero puedes cederme tu larga cabellera negra; bien sabes que es hermosa, y me gusta. A cambio te daré yo la mía, que es blanca, pero también te servirá.
-¿Nada más? -dijo la madre-. Tómala enhorabuena -. Dio a la vieja su hermoso cabello, y se quedó con el suyo, blanco como la nieve.
Entraron entonces en el gran invernadero de la Muerte, donde crecían árboles y flores en maravillosa mezcolanza. Había preciosos, jacintos bajo campanas de cristal, y grandes peonías fuertes como árboles; y había también plantas acuáticas, algunas lozanas, otras enfermizas. Serpientes de agua las rodeaban, y cangrejos negros se agarraban a sus tallos. Crecían soberbias palmeras, robles y plátanos, y no faltaba el perejil ni tampoco el tomillo; cada árbol y cada flor tenia su nombre, cada uno era una vida humana; la persona vivía aún: éste en la China, éste en Groenlandia o en cualquier otra parte del mundo. Había grandes árboles plantados en macetas tan pequeñas y angostas, que parecían a punto de estallar; en cambio, se veían míseras florecillas emergiendo de una tierra grasa, cubierta de musgo todo alrededor. La desolada madre fue inclinándose sobre las plantas más diminutas, oyendo el latido del corazón humano que había en cada una; y entre millones reconoció el de su hijo.
-¡Es éste! -exclamó, alargando la mano hacia una pequeña flor azul de azafrán que colgaba de un lado, gravemente enferma.
-¡No toques la flor! -dijo la vieja-. Quédate aquí, y cuando la Muerte llegue, pues la estoy esperando de un momento a otro, no dejes que arranque la planta; amenázala con hacer tú lo mismo con otras y entonces tendrá miedo. Es responsable de ellas, ante Dios; sin su permiso no debe arrancarse ninguna.
De pronto se sintió en el recinto un frío glacial, y la madre ciega comprendió que entraba la Muerte.
-¿Cómo encontraste el camino hasta aquí? -preguntó.- ¿Cómo pudiste llegar antes que yo?
-¡Soy madre! -respondió ella.
La Muerte alargó su mano huesuda hacia la flor de azafrán, pero la mujer interpuso las suyas con gran firmeza, aunque temerosa de tocar una de sus hojas. La Muerte sopló sobre sus manos y ella sintió que su soplo era más frío que el del viento polar. Y sus manos cedieron y cayeron inertes.
-¡Nada podrás contra mí! -dijo la Muerte.
-¡Pero sí lo puede el buen Dios! -respondió la mujer.
-¡Yo hago sólo su voluntad! -replicó la Muerte-. Soy su jardinero. Tomo todos sus árboles y flores y los trasplanto al jardín del Paraíso, en la tierra desconocida; y tú no sabes cómo es y lo que en el jardín ocurre, ni yo puedo decírtelo.
-¡Devuélveme mi hijo! -rogó la madre, prorrumpiendo en llanto. Bruscamente puso las manos sobre dos hermosas flores, y gritó a la Muerte:
-¡Las arrancaré todas, pues estoy desesperada!
-¡No las toques! -exclamó la Muerte-. Dices que eres desgraciada, y pretendes hacer a otra madre tan desdichada como tú.
-¡Otra madre! -dijo la pobre mujer, soltando las flores-. ¿Quién es esa madre?
-Ahí tienes tus ojos -dijo la Muerte-, los he sacado del lago; ¡brillaban tanto! No sabía que eran los tuyos. Tómalos, son más claros que antes. Mira luego en el profundo pozo que está a tu lado; te diré los nombres de las dos flores que querías arrancar y verás todo su porvenir, todo el curso de su vida. Mira lo que estuviste a punto de destruir.
Se inclino sobre el pozo y vio pasar imagenes de felicidad, alegria, cuadros rientes; luego espantosas escenas de miseria, luto y desolacion.
Una y otra cosa son la voluntad de Dios-dijo la Muerte.
En lo que miro-dijo la madre con angustia-no distingo lo que a mi hijo se destinaba.
No te lo dire-respondio la muerte-.Pero, te lo repito, entre todo lo que se te ha aparecido, has visto lo que en el mundo espera a tu hijo.
La madre se postro de hinojos, y exclamo:
Te lo suplico, dimelo, era esa suerte horrible que le estaba destinada? No, es verdad? Habla! No quieres responder? Oh! en la duda, llevatelo, que no corra el peligro de sufrir tales desgracias. Le amo mas que a mi misma, a ese adorado inocente. Sea la pena para mi. Llevatelo a reino de los cielos. Olvida mis lagrimas, mis oraciones, olvida cuanto te he dicho y cuanto he hecho.
No te comprendo-dijo la Muerte-. Quieres si o no, volver a tener tu hijo, o debo condurcirlo al lugar desconocido del que no puedo hablarte?
Entonces, la madre, se arrodillo y dirigiéndose al Todopoderoso:
No me escuches-exclamo-, si reclamo en el fondo del corazon contra vuestra voluntad que siempre hace lo que conviene. No me escuches! no me atiendas!
Y agobiada por el pesar dejo caer su cabeza sobre su pecho.
Entonces, la Muerte arranco el pequeño azafrán y fue a llevarlo a los jardines secretos de Dios.

sábado, 21 de mayo de 2011

Un resumen del evangelio

Encontré este resumen del evangelio que preparo el Pastor John PiperDisfrútalo y compártelo :)
Fuente: Lightstock

Dios nos creo para su gloria
"Trae a mis hijos desde lejos, y a mis hijas desde los confines de la tierra, a todo el que es llamado por mi nombre y a quien he creado para mi gloria, a quien he formado y a quien he hecho." (Isaías 43:6-7). Dios nos hizo a todos conforme a su imagen de tal manera que podamos ser una imagen o reflejo de su carácter y sus atributos morales.

Todo ser humano debe vivir para la gloria de Dios
"Entonces, ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios" (I Corintios 10:31). La manera en que podemos vivir para la gloria de Dios es amándolo (Mateo 22:37), confiando en él (Romanos 4:20), dándole gracias (Salmo 50:3) y obedeciéndole (Mateo 5:16). Cuando hacemos estas cosas reflejamos la gloria de Dios.

Todos hemos pecado y no alcanzamos la gloria de Dios
"Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23). "Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias...y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen" (Romanos 1:21-23). Ninguno de nosotros ha amado, confiado, dado gracias a Dios u obedecido a Dios como deberíamos.

Todos merecemos castigo eterno
"Porque la paga del pecado es muerte (eterna), mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Señor nuestro." (Romanos 6:23). Aquellos que no obedecieron al Señor Jesús " sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder" (2 Tesalonicenses 1:9) "E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna" (Mateo 25:46).

En su gran misericordia Dios envío a su único hijo Jesucristo para proveer el camino a la vida eterna para los pecadores
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." (Juan 3:16). "Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición" (Gálatas 3:13). "Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios" (1 Pedro 3:18)

La vida eterna es un el regalo gratuito para todos aquellos que confían en Cristo como Señor y Salvador
"Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo" (Hechos 16:31). "Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo." (Romanos 10:9). "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios- no por obras para que nadie se glorié" (Efesios 2:8). "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí." (Gálatas 2:20).

Procurando que el poder de Hechos 1:8 repose en usted,
El pastor John Piper

miércoles, 18 de mayo de 2011

Para la chica religiosa

Nací y crecí asistiendo a iglesias evangélicas. Mi ambiente siempre fue ese, me las se todas, que si pararse, que si levantar las manos, que si ofrendar, me se Juan 3:16 de memoria, y he participado activamente en la iglesia desde los quince.

Para mi el evangelio era: escuchar la música correcta, leer los libros correctos, no ver programas o películas ''subidos de tono", no decir malas palabras, usar ropa y accesorios cristianos, no beber ni bailar, en fin, "portarse bien". Tremenda lista, y si fallabas en algo lo compensabas con una buena acción o orando hasta que el remordimiento se fuera. Porque era eso lo que importaba que el Sr. Remordimiento saliera de escena. El miedo también, miedo al castigo eterno, "arderás en las llamas del infierno vil pecadora" o si "Cristo viene te vas a quedar" llenaban mi mente. (Como se darán cuenta soy una experta en lenguaje cristianoide jeje)

Sin embargo, Dios me ilumino en medio de mi oscuridad, después de 19 años aparentando ser "cristiana" es que vengo a entenderlo, vivirlo, asimilarlo. y Wao! es increíble! as canciones cristianas empezaron a cobrar sentido, las palabras misericordia, gracia, perdón, gozo...se volvieron mi lema, los versículos que memorice de pequeña se convirtieron en mi alimento y bebida, comencé a ver mi maldad y a refugiarme en la cruz, lo malo, los placeres del mundo, ya no parecían tan bonitos y podía ver a lo lejos el futuro de los amantes de esos placeres, pero ahí esta el punto uno aborrece lo malo por el hecho de que es malo no por temor a ser castigados y tu por tu cuenta no vas nunca a lograr eso.

2 Corintios 3:16
Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.
Nacemos ciegos, ciegos a la hermosura de Cristo, que es la que nos hace salir corriendo como locos pa' donde él. Porque llegamos a la conclusión de que nuestra satisfacción es EL. El cielo es un lugar para el que ama a Dios, y quiere pasar la eternidad con El, no un lugar para la gente que le tiene miedo al infierno.

Hageo 2:7

Y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos.

Sip, a Jesús es a quien la gente busca en los bares, discotecas, canchas, playas, moteles, conciertos, libros, revistas, facebook..., y tu tal vez como yo dices "soy creyente, he hecho la oración de aceptar al Señor en corazón" (yo la hacía a cada rato, siempre que me sentía culpable y a veces dos o tres días después de un campamento cuando el frenesí se iba y yo empezaba a pensar-debí hacer algo mal que ya no siento la "presencia" de cuando el predicador oro por mi) pero el vació todavía esta, y le sacas de tu tiempo a Dios y lo "buscas", pero el resto del tiempo es para ti y tu mente está bien plantada en este mundo, y lees la biblia pero le coges miedo porque saca a luz tus malas obras, te entiendo! pero Jesús murió por nosotros los religiosos!! ¿Increíble no? Nosotros, los que solo buscamos un escape del infierno y un alivio mental, o tal vez por complacer a la familia o que por alguna extraña razón no encajas en el "mundo". No nos interesa Jesús, pensamos que en un futuro lejano después de vivir nuestra vida "normal" le rendiríamos lo que quedara de ella (yo siempre pensé en hacerlo a los 40 lol).

Pues tengo noticias para ti: no puedes vivir así entre dos. Dios promete que el que lo busca lo encuentra.


sábado, 7 de mayo de 2011

Amo el verano



El verano esta cerca..que alegría!! Me encanta el verano. Me acompañarías a celebrarlo? NO dejes que la vida se convierta en algo que "pasar", Dios quiere que vivamos, no que sobrevivamos. A veces estamos tan afanados que nos perdemos de esos cambios que Dios, en su sabiduría, ordeno en la naturaleza.

Como dice John Piper: Jesucristo es el refrescante centro del verano. Él es preeminente en todas las cosas (Colosenses 1:18), incluyendo vacaciones, días de campo, softbol, caminatas, y comidas al aire libre .... El sol del verano es un simple ejemplo de otro gran sol: la gloria de Dios. El verano es para que percibamos y mostremos eso, su gloria".**

Si, todo es acerca de El.

Oro para que este verano El se lleve la gloria. También oro porque el verano siempre trae cambios (unos me gustaran, otros no): gente que se va, gente que viene, campamentos y conferencias renovador@s, que Dios me prepare para ellos, que me ayude a usar bien el tiempo, que me ayude a ver su bondad en todo...Mood: expectante.

**La cita la tome del blog Girltalk, y la traduje.

lunes, 2 de mayo de 2011

El cuarto cuadro

R.nial Bradshaw, Creative Commons

Vi entonces que Interprete tomo a Cristiano de la mano y lo llevo a un lugar donde había un fuego encendido contra una pared, y al lado uno que estaba echándole agua continuamente para extinguirlo; pero el fuego se aumentaba en vez de disminuirse.

Cristiano: Que significa esto?

Interprete: Este fuego es obra de la gracia de Dios en el corazon. El que le echa agua para apagarlo, es el Demonio, bien que no adelanta cosa alguna, pues la llama y el calor del fuego aumenta cada vez mas.

Le llevo a la parte opuesta de la pared donde estaba un hombre que continua, aunque secretamente, le echaba aceite al fuego.

Cristiano: Que significa esto?

Interprete: Este es Cristo, quien mantiene constantemente con el aceite de su gracia la obra empezada en el corazon. No obstante los esfuerzos del Demonio, las almas se mantienen en ella. Con todo, el estar detras de la pared es para darte a entender lo dificil que es, para uno que es tentado, comprender como se mantiene en el alma esta obra de gracia.

Fragmento tomado del libro "El progreso del peregrino" de Juan Bunyan.
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