El peligro de esta idea equivocada es que puede producir en nosotros decepción y desánimo crónicos. El cinismo se arraiga y nos damos por vencidos porque el tiempo devocional no parece funcionar para nosotros.
El anhelo por la comunión íntima con Dios es algo que proviene de Dios. Él lo satisfará completamente algún día. Y el Espíritu nos permite gustar de un anticipo ocasional. Pero Dios tiene otros fines para nosotros en la meditación y oración diarias. Éstos son algunos:
Ejercicio del Alma (1 Corintios 9:24, Romanos 15:4): Nosotros ejercitamos nuestros cuerpos para aumentar fuerza y resistencia, promover la salud general, y evitar peso innecesario. El tiempo devocional es como el ejercicio de nuestras almas. Desvía nuestra atención de las distracciones y búsquedas decadentes, y la dirige hacia los propósitos y promesas de Dios. Si descuidamos este ejercicio, nos encaminamos a la ruina.
Moldear el Alma (Romanos 12:2): El cuerpo generalmente toma la forma según se lo ejercite. El trotar moldea de una manera, entrenamiento con pesas de otra. Lo mismo para el alma, se ajustará a la forma en que la ejercitemos (o no).
Abundancia Bíblica (Salmos 119:11, 119:97 Salmos, Proverbios 23:12): El empaparse de
Entrenamiento para
El Cultivo de Deleite (Salmo 37:3-4, Santiago 4:8, Salmo 130:5): Cuando una pareja se enamora hay fuegos artificiales hormonales. Pero en el matrimonio deben cultivar el deleite mutuamente. Es la búsqueda constante, persistente, fiel, intencionada, y cariñosa el uno del otro en el bien y el mal, en riqueza y en pobreza, en enfermedad y en salud, que cultiva una capacidad para el placer mucho más profunda y más rica que la fase de fuegos artificiales. Del mismo modo, el tiempo devocional es una manera de cultivar el deleite en Dios. Muchos días puede parecer aburrido. Pero nos sorprenderemos del poder acumulativo que tiene para profundizar nuestro amor por y conocimiento de Él
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