Fuente: Lightstock |
A mí nunca me han gustado las cosas “no espontáneas”, planificar siempre me ha parecido como que tan psico-rígido (aunque ahora estoy empezando a creer que es solo una excusa barata). Alguien una vez me dijo que para ser feliz en esta vida una de las cosas que se necesita es eso, un plan. Otra razón por la que no me no me gusta planificar es que las cosas nunca salen como uno quiere, sin embargo, planear es lo que permite descartar o elegir lo que venga. Se trata de saber a donde quieres llegar.
Pero así es como muchos tratamos la oración. Nos levantamos día tras día y nos damos cuenta de que debería formar parte de nuestra vida momentos importantes de oración, pero aun no hemos preparado nada. No sabemos a donde ir. No hemos planificado. Ni el momento ni el procedimiento. Y todos sabemos que lo contrario de planificar no es un maravilloso fluir de experiencias profundas y espontáneas en la oración. Lo contrario de planificar es la rutina. Sino planificas las vacaciones probablemente te quedaras en casa y veras la TV. El flujo natural y sin planificar de la vida espiritual lleva a decaiga totalmente la vitalidad. Hay una carrera que correr y una pelea que hacer. Si deseas renovación en tu vida de oración tienes que planificarla”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario