miércoles, 29 de junio de 2011

El tiempo devocional no es mágico

Todos sabemos eso—por lo menos de dicho. No obstante, somos tentados a pensar que si solamente encontráramos una receta secreta—la mezcla correcta de meditación bíblica y oración—entonces experimentaríamos momentos eufóricos de comunión extática con el Señor. Y si eso no es lo que pasa, nuestra receta debe estar equivocada.

El peligro de esta idea equivocada es que puede producir en nosotros decepción y desánimo crónicos. El cinismo se arraiga y nos damos por vencidos porque el tiempo devocional no parece funcionar para nosotros.

El anhelo por la comunión íntima con Dios es algo que proviene de Dios. Él lo satisfará completamente algún día. Y el Espíritu nos permite gustar de un anticipo ocasional. Pero Dios tiene otros fines para nosotros en la meditación y oración diarias. Éstos son algunos:

Ejercicio del Alma (1 Corintios 9:24, Romanos 15:4): Nosotros ejercitamos nuestros cuerpos para aumentar fuerza y resistencia, promover la salud general, y evitar peso innecesario. El tiempo devocional es como el ejercicio de nuestras almas. Desvía nuestra atención de las distracciones y búsquedas decadentes, y la dirige hacia los propósitos y promesas de Dios. Si descuidamos este ejercicio, nos encaminamos a la ruina.

Moldear el Alma (Romanos 12:2): El cuerpo generalmente toma la forma según se lo ejercite. El trotar moldea de una manera, entrenamiento con pesas de otra. Lo mismo para el alma, se ajustará a la forma en que la ejercitemos (o no).

Abundancia Bíblica (Salmos 119:11, 119:97 Salmos, Proverbios 23:12): El empaparse de la Biblia profunda y repetidamente a lo largo de los años aumenta nuestro cuerpo de conocimientos bíblicos, suministrando combustible para el fuego de la adoración y aumentando nuestra capacidad de extraer de todas las partes de la Biblia al aplicar la sabiduría de Dios a la vida.

Entrenamiento para la Lucha (Efesios 6:10-17): Los soldados se someten a un riguroso entrenamiento con el fin de arraigar el conocimiento de sus armas. Así, cuando de repente se enfrentan con el caos del combate, instintivamente saben qué hacer. Del mismo modo, el tiempo devocional nos convierte en guerreros más hábiles.

El Cultivo de Deleite (Salmo 37:3-4, Santiago 4:8, Salmo 130:5): Cuando una pareja se enamora hay fuegos artificiales hormonales. Pero en el matrimonio deben cultivar el deleite mutuamente. Es la búsqueda constante, persistente, fiel, intencionada, y cariñosa el uno del otro en el bien y el mal, en riqueza y en pobreza, en enfermedad y en salud, que cultiva una capacidad para el placer mucho más profunda y más rica que la fase de fuegos artificiales. Del mismo modo, el tiempo devocional es una manera de cultivar el deleite en Dios. Muchos días puede parecer aburrido. Pero nos sorprenderemos del poder acumulativo que tiene para profundizar nuestro amor por y conocimiento de Él


Tomado del Blog de Desiring God.

Consejos de belleza de Audrey Hepburn

Fuente: Google


• Para labios atractivos, hable palabras de bondad.
• Para ojos adorables, Busca lo bueno en las personas.
• Para una figura esbelta, comparte tu pan con el hambriento.
• Para un cabello hermoso, deja que un niño pase sus dedos a través de ellos una vez al día.
• Para el equilibrio, camine con el conocimiento de que usted nunca caminará solo.
• Las personas, incluso más que las cosas, necesitan ser restaurada, renovada, revivida, recuperada y redimida, no rechaces a nadie.
• Recuerde, si alguna vez necesitas una mano amiga, la encontrarás al final de tu brazo.
• A medida que pasan los años descubrirás que tienes dos manos, una para ayudarte a ti mismo y la otra para ayudar a los demás.
• La belleza de una mujer no está en la ropa que usa, la figura que tiene, o la forma en que peina su pelo. La belleza de una mujer debe verse en sus ojos, porque esa es la puerta de su alma, el lugar donde el amor reside.
• La belleza de una mujer no está en un lunar facial, pero la verdadera belleza de una mujer se refleja en su alma.
Es el cuidado que ella amorosamente da, la pasión que ella conoce.
• Y la belleza de una mujer, solo crece con los años!

miércoles, 22 de junio de 2011

Sabiduria en los salmos

Fuente: Lightstock

Una persona sabia es alguien que tiene claro dos cosas:

1-Quien es Dios: que Dios es soberano, que Él es quien tiene la última palabra, que El reina, que El es el supremo juez, que El es el creador.

Jehová hace nulo el consejo de las naciones,
Y frustra las maquinaciones de los pueblos.
Salmo 33:10


2-Que es la vida: que la vida es corta, momentánea, que todos sin importar quienes somos moriremos, vanidad, sin sentido, vacía.

Ciertamente como una sombra es el hombre;
Ciertamente en vano se afana; Amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá.
Salmo 39:6


El sabio vive de acuerdo a estas dos cosas, tiene los ojos abiertos. Teme a Dios porque sabe que a Él tendrá que rendirle cuentas, clama a Dios porque sabe que El está en control, busca su propósito en El y simplemente vive sin afanarse porque todo se deshace.

El necio es su opuesto. Vive una mentira. Y aparenta ser feliz pero su final...ay! ¿quien lo desea?

En la biblia hay sabiduría acude a ella lo mas que puedas... necesitamos que nos abran los ojos para no perder el tiempo...

La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.
Salmo 19:7-8



lunes, 6 de junio de 2011

Gracias (poema)

Nico Gees, Creative Commons

Gracias...
Gracias por las risas.
Gracias por las lágrimas.
Gracias por los abrazos del amigo.
Gracias por los insultos del enemigo.
Gracias por lo amargo.
Gracias por lo dulce.
Gracias por el día.
Gracias por las tinieblas.
Porque…una y otra tu voluntad son!
Eres soberano y eres bueno.
No me permitas olvidar ninguno de los dos.
Tú eres los elementos combinados.

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados-Romanos 8:28.


domingo, 5 de junio de 2011

Música y Letras

El Pastor John Piper tuvo siete razones para escribir su libro "Sed de Dios: meditaciones de un hedonista cristiano", lo recomiendo!, quiero compartir un fragmento de la razón cuatro con ustedes.

Razón cuarta: Los sentimientos son esenciales para la vida cristiana, no opcionales.

Me resulta sorprendente que tantas personas traten de definir el verdadero cristianismo en términos de decisiones y no de sentimientos. No es que las decisiones no sean esenciales; el problema es que requieren de poca transformación.

Son evidencia de que no hay una verdadera obra de gracia en el corazón. La gente puede tomar "decisiones" acerca de la verdad de Dios mientras que sus corazones están lejos de El.

El concepto de Jonathan Edwards de verdadero cristianismo era que el nuevo nacimiento verdaderamente hacia nacer una nueva naturaleza que incluía nuevos sentimientos.

Se nos ordena sentir, no solo pensar y decidir. Se nos ordena experimentar decenas de emociones, no solo llevar a cabo actos de fuerza de voluntad.

Por ejemplo, se nos ordena no codiciar (Éxodo 20:17) y es obvio que todo mandamiento de no tener determinado sentimiento es también un mandamiento a sentir de una determinada manera. Lo contrario de codiciar es contentarse con lo que tenemos, y eso es exactamente lo que se nos ordena experimentar en Hebreos 13:5 (contentaos con lo que tenéis).

Otros ejemplos de emociones que la biblia ordena son: gozo (salmo 100:2), esperanza (salmo 42:5), temor (lucas 12:5), paz (romanos 5:1), fervor (romanos 12:15), gratitud (efesios 5:20), humildad (filipenses 2:3), entre otras"
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Últimamente he estado pensando mucho en lo implica amar a Dios, una de esas cosas es el corazón, y en nuestro corazón se albergan nuestras emociones/sentimientos...me parecía raro eso, porque por lo general el pensamiento común es de que las cosas si son un deber se tienen que hacer porque si y punto, no importando lo que estés sintiendo.

Creo que así como una canción, compuesta por música y letras, la vida cristiana tiene acciones acompañadas de emociones, y viceversa. Ambas son importantes, hay que procurarlas porque a Dios le importan las dos.

Cuando te concentras en ignorar tu corazón y simplemente te enfocas en "hacer lo correcto", dejas de amar a Dios completamente porque en vez de usar las tres partes de la ecuación (corazón, mente y fuerzas) te quedas corta.

¿Que tal si nuestra vida es una canción dedicada a El?

viernes, 27 de mayo de 2011

"Historia de una madre" por Hans Christian Andersen


Este es uno de mis cuentos favoritos!! y lo voy compartir con ustedes por motivo del día de la madres:

Estaba una madre sentada junto a la cuna de su hijito, muy afligida y angustiada, pues temía que el pequeño se muriera. Éste, en efecto, estaba pálido como la cera, tenía los ojitos medio cerrados y respiraba casi imperceptiblemente, de vez en cuando con una aspiración profunda, como un suspiro. La tristeza de la madre aumentaba por momentos al contemplar a la tierna criatura.
Llamaron a la puerta y entró un hombre viejo y pobre, envuelto en un holgado cobertor, que parecía una manta de caballo; son mantas que calientan, pero él estaba helado. Se estaba en lo más crudo del invierno; en la calle todo aparecía cubierto de hielo y nieve, y soplaba un viento cortante.
Como el viejo tiritaba de frío y el niño se había quedado dormido, la madre se levantó y puso a calentar cerveza en un bote, sobre la estufa, para reanimar al anciano. Éste se había sentado junto a la cuna, y mecía al niño. La madre volvió a su lado y se estuvo contemplando al pequeño, que respiraba fatigosamente y levantaba la manita.
-¿Crees que vivirá? -preguntó la madre-. ¡El buen Dios no querrá quitármelo!
El viejo, que era la Muerte en persona, hizo un gesto extraño con la cabeza; lo mismo podía ser afirmativo que negativo. La mujer bajó los ojos, y las lágrimas rodaron por sus mejillas. Tenía la cabeza pesada, llevaba tres noches sin dormir y se quedó un momento como aletargada; pero volvió en seguida en sí, temblando de frío.
-¿Qué es esto? -gritó, mirando en todas direcciones. El viejo se había marchado, y la cuna estaba vacía. ¡Se había llevado al niño! El reloj del rincón dejó oír un ruido sordo, la gran pesa de plomo cayó rechinando hasta el suelo, ¡paf!, y las agujas se detuvieron.
La desolada madre salió corriendo a la calle, en busca del hijo. En medio de la nieve había una mujer, vestida con un largo ropaje negro, que le dijo:
-La Muerte estuvo en tu casa; lo sé, pues la vi escapar con tu hijito. Volaba como el viento. ¡Jamás devuelve lo que se lleva!
-¡Dime por dónde se fue! -suplicó la madre-. ¡Enséñame el camino y la alcanzaré!
-Conozco el camino -respondió la mujer vestida de negro pero antes de decírtelo tienes que cantarme todas las canciones con que meciste a tu pequeño. Me gustan, las oí muchas veces, pues soy la Noche. He visto correr tus lágrimas mientras cantabas.
-¡Te las cantaré todas, todas! -dijo la madre-, pero no me detengas, para que pueda alcanzarla y encontrar a mi hijo.
Pero la Noche permaneció muda e inmóvil, y la madre, retorciéndose las manos, cantó y lloró; y fueron muchas las canciones, pero fueron aún más las lágrimas. Entonces dijo la Noche:
-Ve hacia la derecha, por el tenebroso bosque de abetos. En él vi desaparecer a la Muerte con el niño.
Muy adentro del bosque se bifurcaba el camino, y la mujer no sabía por dónde tomar. Se levantaba allí un zarzal, sin hojas ni flores, pues era invierno, y las ramas estaban cubiertas de nieve y hielo.
-¿No has visto pasar a la Muerte con mi hijito?
-Sí -respondió el zarzal- pero no te diré el camino que tomó si antes no me calientas apretándome contra tu pecho; me muero de frío, y mis ramas están heladas.
Y ella estrechó el zarzal contra su pecho, apretándolo para calentarlo bien; y las espinas se le clavaron en la carne, y la sangre le fluyó a grandes gotas. Pero del zarzal brotaron frescas hojas y bellas flores en la noche invernal: ¡tal era el ardor con que la acongojada madre lo había estrechado contra su corazón! Y la planta le indicó el camino que debía seguir.
Llegó a un gran lago, en el que no se veía ninguna embarcación. No estaba bastante helado para sostener su peso, ni era tampoco bastante somero para poder vadearlo; y, sin embargo, no tenía más remedio que cruzarlo si quería encontrar a su hijo. Se echó entonces al suelo, dispuesta a beberse toda el agua; pero ¡qué criatura humana sería capaz de ello! Mas la angustiada madre no perdía la esperanza de que sucediera un milagro.
-¡No, no lo conseguirás! -dijo el lago-. Mejor será que hagamos un trato. Soy aficionado a coleccionar perlas, y tus ojos son las dos perlas más puras que jamás he visto. Si estás dispuesta a desprenderte de ellos a fuerza de llanto, te conduciré al gran invernadero donde reside la Muerte, cuidando flores y árboles; cada uno de ellos es una vida humana.
-¡Ay, qué no diera yo por llegar a donde está mi hijo! -exclamó la pobre madre-, y se echó a llorar con más desconsuelo aún, y sus ojos se le desprendieron y cayeron al fondo del lago, donde quedaron convertidos en preciosísimas perlas. El lago la levantó como en un columpio y de un solo impulso la situó en la orilla opuesta. Se levantaba allí un gran edificio, cuya fachada tenía más de una milla de largo. No podía distinguirse bien si era una montaña con sus bosques y cuevas, o si era obra de albañilería; y menos lo podía averiguar la pobre madre, que había perdido los ojos a fuerza de llorar.
-¿Dónde encontraré a la Muerte, que se marchó con mi hijito? -preguntó.
-No ha llegado todavía -dijo la vieja sepulturera que cuida del gran invernadero de la Muerte-. ¿Quién te ha ayudado a encontrar este lugar?
-El buen Dios me ha ayudado -dijo la madre-. Es misericordioso, y tú lo serás también. ¿Dónde puedo encontrar a mi hijo?
-Lo ignoro -replicó la mujer-, y veo que eres ciega. Esta noche se han marchitado muchos árboles y flores; no tardará en venir la Muerte a trasplantarlos. Ya sabrás que cada persona tiene su propio árbol de la vida o su flor, según su naturaleza. Parecen plantas corrientes, pero en ellas palpita un corazón; el corazón de un niño puede también latir. Atiende, tal vez reconozcas el latido de tu hijo, pero, ¿qué me darás si te digo lo que debes hacer todavía?
-Nada me queda para darte -dijo la afligida madre pero iré por ti hasta el fin del mundo.
-Nada hay allí que me interese -respondió la mujer pero puedes cederme tu larga cabellera negra; bien sabes que es hermosa, y me gusta. A cambio te daré yo la mía, que es blanca, pero también te servirá.
-¿Nada más? -dijo la madre-. Tómala enhorabuena -. Dio a la vieja su hermoso cabello, y se quedó con el suyo, blanco como la nieve.
Entraron entonces en el gran invernadero de la Muerte, donde crecían árboles y flores en maravillosa mezcolanza. Había preciosos, jacintos bajo campanas de cristal, y grandes peonías fuertes como árboles; y había también plantas acuáticas, algunas lozanas, otras enfermizas. Serpientes de agua las rodeaban, y cangrejos negros se agarraban a sus tallos. Crecían soberbias palmeras, robles y plátanos, y no faltaba el perejil ni tampoco el tomillo; cada árbol y cada flor tenia su nombre, cada uno era una vida humana; la persona vivía aún: éste en la China, éste en Groenlandia o en cualquier otra parte del mundo. Había grandes árboles plantados en macetas tan pequeñas y angostas, que parecían a punto de estallar; en cambio, se veían míseras florecillas emergiendo de una tierra grasa, cubierta de musgo todo alrededor. La desolada madre fue inclinándose sobre las plantas más diminutas, oyendo el latido del corazón humano que había en cada una; y entre millones reconoció el de su hijo.
-¡Es éste! -exclamó, alargando la mano hacia una pequeña flor azul de azafrán que colgaba de un lado, gravemente enferma.
-¡No toques la flor! -dijo la vieja-. Quédate aquí, y cuando la Muerte llegue, pues la estoy esperando de un momento a otro, no dejes que arranque la planta; amenázala con hacer tú lo mismo con otras y entonces tendrá miedo. Es responsable de ellas, ante Dios; sin su permiso no debe arrancarse ninguna.
De pronto se sintió en el recinto un frío glacial, y la madre ciega comprendió que entraba la Muerte.
-¿Cómo encontraste el camino hasta aquí? -preguntó.- ¿Cómo pudiste llegar antes que yo?
-¡Soy madre! -respondió ella.
La Muerte alargó su mano huesuda hacia la flor de azafrán, pero la mujer interpuso las suyas con gran firmeza, aunque temerosa de tocar una de sus hojas. La Muerte sopló sobre sus manos y ella sintió que su soplo era más frío que el del viento polar. Y sus manos cedieron y cayeron inertes.
-¡Nada podrás contra mí! -dijo la Muerte.
-¡Pero sí lo puede el buen Dios! -respondió la mujer.
-¡Yo hago sólo su voluntad! -replicó la Muerte-. Soy su jardinero. Tomo todos sus árboles y flores y los trasplanto al jardín del Paraíso, en la tierra desconocida; y tú no sabes cómo es y lo que en el jardín ocurre, ni yo puedo decírtelo.
-¡Devuélveme mi hijo! -rogó la madre, prorrumpiendo en llanto. Bruscamente puso las manos sobre dos hermosas flores, y gritó a la Muerte:
-¡Las arrancaré todas, pues estoy desesperada!
-¡No las toques! -exclamó la Muerte-. Dices que eres desgraciada, y pretendes hacer a otra madre tan desdichada como tú.
-¡Otra madre! -dijo la pobre mujer, soltando las flores-. ¿Quién es esa madre?
-Ahí tienes tus ojos -dijo la Muerte-, los he sacado del lago; ¡brillaban tanto! No sabía que eran los tuyos. Tómalos, son más claros que antes. Mira luego en el profundo pozo que está a tu lado; te diré los nombres de las dos flores que querías arrancar y verás todo su porvenir, todo el curso de su vida. Mira lo que estuviste a punto de destruir.
Se inclino sobre el pozo y vio pasar imagenes de felicidad, alegria, cuadros rientes; luego espantosas escenas de miseria, luto y desolacion.
Una y otra cosa son la voluntad de Dios-dijo la Muerte.
En lo que miro-dijo la madre con angustia-no distingo lo que a mi hijo se destinaba.
No te lo dire-respondio la muerte-.Pero, te lo repito, entre todo lo que se te ha aparecido, has visto lo que en el mundo espera a tu hijo.
La madre se postro de hinojos, y exclamo:
Te lo suplico, dimelo, era esa suerte horrible que le estaba destinada? No, es verdad? Habla! No quieres responder? Oh! en la duda, llevatelo, que no corra el peligro de sufrir tales desgracias. Le amo mas que a mi misma, a ese adorado inocente. Sea la pena para mi. Llevatelo a reino de los cielos. Olvida mis lagrimas, mis oraciones, olvida cuanto te he dicho y cuanto he hecho.
No te comprendo-dijo la Muerte-. Quieres si o no, volver a tener tu hijo, o debo condurcirlo al lugar desconocido del que no puedo hablarte?
Entonces, la madre, se arrodillo y dirigiéndose al Todopoderoso:
No me escuches-exclamo-, si reclamo en el fondo del corazon contra vuestra voluntad que siempre hace lo que conviene. No me escuches! no me atiendas!
Y agobiada por el pesar dejo caer su cabeza sobre su pecho.
Entonces, la Muerte arranco el pequeño azafrán y fue a llevarlo a los jardines secretos de Dios.

sábado, 21 de mayo de 2011

Un resumen del evangelio

Encontré este resumen del evangelio que preparo el Pastor John PiperDisfrútalo y compártelo :)
Fuente: Lightstock

Dios nos creo para su gloria
"Trae a mis hijos desde lejos, y a mis hijas desde los confines de la tierra, a todo el que es llamado por mi nombre y a quien he creado para mi gloria, a quien he formado y a quien he hecho." (Isaías 43:6-7). Dios nos hizo a todos conforme a su imagen de tal manera que podamos ser una imagen o reflejo de su carácter y sus atributos morales.

Todo ser humano debe vivir para la gloria de Dios
"Entonces, ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios" (I Corintios 10:31). La manera en que podemos vivir para la gloria de Dios es amándolo (Mateo 22:37), confiando en él (Romanos 4:20), dándole gracias (Salmo 50:3) y obedeciéndole (Mateo 5:16). Cuando hacemos estas cosas reflejamos la gloria de Dios.

Todos hemos pecado y no alcanzamos la gloria de Dios
"Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23). "Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias...y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen" (Romanos 1:21-23). Ninguno de nosotros ha amado, confiado, dado gracias a Dios u obedecido a Dios como deberíamos.

Todos merecemos castigo eterno
"Porque la paga del pecado es muerte (eterna), mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Señor nuestro." (Romanos 6:23). Aquellos que no obedecieron al Señor Jesús " sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder" (2 Tesalonicenses 1:9) "E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna" (Mateo 25:46).

En su gran misericordia Dios envío a su único hijo Jesucristo para proveer el camino a la vida eterna para los pecadores
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." (Juan 3:16). "Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición" (Gálatas 3:13). "Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios" (1 Pedro 3:18)

La vida eterna es un el regalo gratuito para todos aquellos que confían en Cristo como Señor y Salvador
"Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo" (Hechos 16:31). "Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo." (Romanos 10:9). "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios- no por obras para que nadie se glorié" (Efesios 2:8). "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí." (Gálatas 2:20).

Procurando que el poder de Hechos 1:8 repose en usted,
El pastor John Piper

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