viernes, 25 de julio de 2014

Anatomía del evangelio (2)

El evangelio se trata de exponer la iniciativa de Dios. 
No es "el hombre se acerca a Dios", es Dios se acerca al hombre. Nuestro “Yo te amo Dios” es en realidad un “Yo te amo también”. Dios nos amo primero, él inicio todo esto, y eso se refleja en la estructura orgánica de todo nuestro cristianismo. La vida cristiana es, y siempre será, una "respuesta a". 

Todo lo que hacemos es responder a la iniciativa de Dios. Reaccionar a su acción por nosotros. Somos, crecemos y nos movemos en relación con él.


Seamos honestas, Dios estaba atrás de nosotras cuando él nos importaba un pepino.

El evangelio se trata la restauración de nuestra relación con Dios. Reconciliación.

Más que un rescate del precipicio al infierno, el llamado de Dios a la humanidad es una invitación a entrar en relación con él. La vida eterna comienza aquí en la tierra. Jesús dijo “yo he venido para que tengan vida, y para que la tenga en abundancia”. La oración de fe no se trata de un boleto seguro al cielo  que en-gavetas y que tienes ahí para tu partida, es en realidad nuestro si a la invitación de vivir en Dios para siempre. En Dios = en relación con él.

Nuestros pecados son el gran impedimento entre nosotros y Dios. El evangelio, las buenas noticias, se resume en la siguiente línea “Cristo murió por tus pecados”. Cinco palabras que contienen el gran mensaje salvador. ¡Tremenda noticia!  ¡Dios justifica por gracia a pecadores!

Mmm...Justificación. Resulta que una de las tareas de la teología es ponerles nombres a los "fenómenos" (llamémoslo así), como por ejemplo la palabra "trinidad" que se usa para nombrar el hecho de que Dios es tres personas. Entonces esta la palabra justificación, que es el nombre que se le da a lo que sucede cuando pones tu fe en Jesús: eres hecho justo delante Dios. Esto es crucial para la reconciliación. 

¿Como pueden caminar dos juntos si no se pusieran de acuerdo? Lo veo como si yo estuviera en el décimo escalón de una escalera y tu en el primero, no podemos establecer una relación con esa distancia y lo que hago es bajar y ayudarte a subir y podemos así, al mismo nivel, entablar nuestra amistad.

Nuestros pecados son deudas hacia a Dios, deudas que nos atan al primer escalón, Jesús las paga con su vida perfecta y su muerte en la cruz, y así rompe esas ataduras. El sacrificio de una vida perfecta era necesario: el sacrificio de un cordero sin mancha.

Y esto me lleva a mi siguiente punto...

El evangelio se trata de nuestra unión con Cristo. 
Todas conocemos la historia de cómo en el jardín del Edén nos rebelamos contra Dios y le dimos la espalda. Digo nos rebelamos porque Adán es nuestro representante. Así fue como Dios estableció las cosas. Y esta si que es una buena noticia, porque si por uno entró el pecado, por uno puede entrar la justicia.


Ante los ojos de Dios la humanidad es dos personas: Adán y el segundo Adán, Cristo Jesús. Nacemos en Adán, el es nuestro padre, y por lo tanto heredamos nuestra naturaleza pecaminosa de él. Así como heredas lo ojos de tu mamá o el cabello de tu papá.  

Si eso de "naturaleza pecaminosa" te suena raro, piensa en los niños, piensa en cómo nadie les enseña a mentir o a actuar en celos o envidia. Es algo innato. Nacemos rebeldes a Dios y persistimos en ese camino.


No había entre nosotros alguien que nos representara y corrigiera el fiasco de Adán. Ninguno de nosotros es capaz de llevar esa vida perfecta y ofrecer el sacrificio que requería redimir la humanidad. Solo Dios mismo podía hacerlo.

Y como nuestro problema es interno, la solución no está en actos externos. La unión con Cristo es necesaria. 

La unión con Cristo puede verse como un matrimonio entre tu y el.

Lutero lo explica muy bien en el libro The Freedom of the Christian (La libertad del cristiano), poniéndonos a verlo como un matrimonio, dos se hacen uno, cualquiera sea la deuda que tenga la novia pertenece ahora al novio y cualquiera la riqueza del novio le pertenece por completo a la novia. Es su derecho legal.

Es decir que pasas relacionarte de una forma diferente con Dios, no estás bajo la ley  donde debes agradar a Dios por tu obediencia pero por Jesucristo, sus méritos son tus méritos. Este es el nuevo pacto.

La unión con Cristo puede verse como un injerto.

Es un traslado. Este es mi punto no eres un árbol de naranjas tratando de producir manzanas para que luego Dios te haga un árbol de manzanas. Por más sacrificios de corderos que hicieron los israelitas su tendencia pecaminosa no disminuía. Un árbol de naranjas nunca llega a producir manzanas, solo injertados a Cristo, con una naturaleza nueva podemos ver frutos de justicia. El es el tronco, nosotros las ramas, estamos hablando de una relación intima, real y productora de vida. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.