El evangelio se trata de
exponer la iniciativa de Dios.
No es "el hombre se acerca a Dios", es Dios se acerca al hombre.
Nuestro “Yo te amo Dios” es en realidad un “Yo te amo también”. Dios nos amo
primero, él inicio todo esto, y eso se refleja en la estructura orgánica de
todo nuestro cristianismo. La vida cristiana es, y siempre será, una
"respuesta a".
Todo lo que hacemos es responder a la iniciativa de Dios.
Reaccionar a su acción por nosotros. Somos, crecemos y nos movemos en relación
con él.
Seamos honestas, Dios estaba atrás de nosotras cuando él nos importaba un
pepino.
El evangelio se trata la
restauración de nuestra relación con Dios. Reconciliación.
Más que un rescate del precipicio al
infierno, el llamado de Dios a la humanidad es una invitación a entrar en
relación con él. La vida eterna comienza aquí en la tierra. Jesús dijo “yo he venido para que tengan vida, y para que la tenga en abundancia”. La oración de fe no se
trata de un boleto seguro al cielo que en-gavetas y que tienes ahí para
tu partida, es en realidad nuestro si a la invitación de vivir en Dios para siempre. En Dios = en relación con
él.
Nuestros pecados son el gran impedimento
entre nosotros y Dios. El evangelio, las buenas noticias, se resume en la
siguiente línea “Cristo murió por tus pecados”. Cinco palabras que
contienen el gran mensaje salvador. ¡Tremenda noticia! ¡Dios justifica
por gracia a pecadores!
Mmm...Justificación. Resulta que una de
las tareas de la teología es ponerles nombres a los "fenómenos" (llamémoslo
así), como por ejemplo la palabra "trinidad" que se usa para nombrar
el hecho de que Dios es tres personas. Entonces esta la palabra justificación,
que es el nombre que se le da a lo que sucede cuando pones tu fe en Jesús: eres
hecho justo delante Dios. Esto es crucial para la reconciliación.
¿Como pueden caminar dos juntos si no se
pusieran de acuerdo? Lo veo como si yo estuviera en el décimo escalón de una
escalera y tu en el primero, no podemos establecer una relación con esa
distancia y lo que hago es bajar y ayudarte a subir y podemos así, al mismo
nivel, entablar nuestra amistad.
Nuestros pecados son deudas hacia a Dios,
deudas que nos atan al primer escalón, Jesús las paga con su vida perfecta y su
muerte en la cruz, y así rompe esas ataduras. El sacrificio de una vida perfecta era necesario: el sacrificio de un cordero
sin mancha.
Y esto me lleva a mi siguiente punto...
El evangelio se trata de
nuestra unión con Cristo.
Todas conocemos la historia de cómo en el
jardín del Edén nos rebelamos contra Dios y le dimos la espalda. Digo nos rebelamos porque Adán es nuestro representante. Así
fue como Dios estableció las cosas. Y esta si que es una buena noticia, porque
si por uno entró el pecado, por uno puede entrar la justicia.
Ante los ojos de Dios la humanidad es dos
personas: Adán y el segundo Adán, Cristo Jesús. Nacemos en Adán, el es nuestro
padre, y por lo tanto heredamos nuestra naturaleza pecaminosa de él. Así como
heredas lo ojos de tu mamá o el cabello de tu papá.
Si eso de "naturaleza
pecaminosa" te suena raro, piensa en los niños, piensa en cómo nadie les
enseña a mentir o a actuar en celos o envidia. Es algo innato. Nacemos
rebeldes a Dios y persistimos en ese camino.
No había entre nosotros alguien que nos representara y corrigiera el fiasco de Adán. Ninguno de nosotros es capaz de llevar esa vida perfecta y ofrecer el sacrificio que requería redimir la humanidad. Solo Dios mismo podía hacerlo.
Y como nuestro problema es interno, la
solución no está en actos externos. La unión con Cristo es necesaria.
La unión con Cristo puede verse como un
matrimonio entre tu y el.
Lutero lo explica muy bien en el libro The
Freedom of the Christian (La libertad del cristiano), poniéndonos a verlo como
un matrimonio, dos se hacen uno, cualquiera sea la deuda que tenga la novia
pertenece ahora al novio y cualquiera la riqueza del novio le pertenece por
completo a la novia. Es su derecho legal.
Es decir que pasas relacionarte de una
forma diferente con Dios, no estás bajo la ley donde debes agradar a Dios
por tu obediencia pero por Jesucristo, sus méritos son tus méritos. Este es el
nuevo pacto.
La unión con Cristo puede verse como un
injerto.
Es un traslado. Este es mi punto no eres
un árbol de naranjas tratando de producir manzanas para que luego Dios te haga
un árbol de manzanas. Por más sacrificios de corderos que hicieron los
israelitas su tendencia pecaminosa no disminuía. Un árbol de naranjas nunca
llega a producir manzanas, solo injertados a Cristo, con una naturaleza nueva
podemos ver frutos de justicia. El es el tronco, nosotros las ramas, estamos
hablando de una relación intima, real y productora de vida.
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