miércoles, 28 de diciembre de 2011

El testimonio de Emma, parte 3

Recaída


Ocho años después, que hace una brillante, enfocada y buena chica cristiana? Se involucra de lleno en la iglesia. Me case con un ministro cristiano de tiempo cristiano y nos propusimos darlo todo.

Era vista como alguien que podía llegar lejos en el “mundo evangélico”. Me movía en los círculos correctos donde encontraría a la gente correcta.

Ambos estábamos trabajando para una iglesia muy ocupada, y yo no necesitaba mucha motivación de la gente para desarrollarme en ella. Cuando mi esposo estaba entrenando para ser vicario en el instituto bíblico, estudie con el. Y mientras yo decía que trabaja a medio tiempo en la iglesia en realidad lo hacia a todas las horas posibles.

Cuando se acercaba el fin de las clases tuvimos que mudarnos nuevamente y me sentía exhausta debido a la idea de tener que re-inventarme a mi misma nuevamente- esta vez como una esposa de vicario hábil las tareas del hogar. NO tardaron mucho en aparecer los viejos hábitos al comer. Comencé a correr, por horas. Mi peso bajo muchísimo.

Me di cuenta de que estaba en problema así que fui a donde un medico general que me refirió a un especialista. Desafortunadamente la lista de espera era enorme y los doctores seguían diciéndome que necesitaba perder mas peso para calificar y recibir ayuda!

Buscamos ampliamente, por todas partes a consejeros cristianos. Muy pocos nos devolvieron la llamada. Consejeros calificados nos dijeron que mis problemas eran demasiado grandes para ellos. Lo único que sugirieron era que fuéramos a un medico. El medico seguí diciendo que debía perder mas peso. Eso hice. Esta vez perdi mas peso del que jamas habia perdido. Pensar en esto me hace creer totalmente que el Señor me libro de un infarto o de un fallo en cualquier otro órgano.

Déjame decirte que la anorexia no es nada glamoroso. El cabello se te cae, las unas se te ponen negras, tus órganos internos comienzan a fallar, cabello fino y gris comienza a crecer en tu cara y cuerpo, sufres de dolor de pecho, siempre estas temblando del frío, vives en una hambre constante, hay cansancio e hiperactividad. Es colapsar en el baño, incapaz de levantarte.

Aunque claro que lo escondía lo mejor que podía. Durante todo ese tiempo yo asistía a unos chequeos regulares de una unidad especial de ayuda a personas con trastornos alimenticios (quienes operaban de una manera que te hacían saber que “no te daré ofreceremos ayuda a menos que pierdas mas peso!”)

Los alcohólicos hablan de tocar fondo. Ahí era que yo me encontraba. Parecía como que nada ni nadie podían darme la ayuda que necesitaba. Mi corazón era un puno de hierro, meneándose ante Dios y el mundo, dentro de un esqueleto.

Aquí me gustaría decir que descubrí el dispositivo o programa perfecto para mi recuperación, pero no es así. Todo lo que puedo decir es que el Señor entro en mi vida. Y si el ablando mi corazón de hierro y rescatarme, el puede hacer eso con cualquiera.

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